miércoles, 1 de octubre de 2014

2.015 GRECIA Y EL MUNDO CLÁSICO (26)

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GRECIA Y EL MUNDO CLÁSICO (25)

http://ramon-rsarlef.blogspot.com.es/2014/08/1984-grecia-y-el-mundo-clasico-25.html  (1.984)   (3/10/2.014)

GRECIA Y EL MUNDO CLÁSICO (20)

http://ramon-rsarlef.blogspot.com.es/2014/01/1459-bernardo-souviron-20.html   (1.459)   (3/10/2.014)


En sus tierras se desarrolló una extraordinaria civilización que, todavía hoy, sigue cautivando al visitante por la belleza de sus restos y el refinamiento de sus edificios, a los que la historiografía de todas las épocas ha llamado, con toda razón, palacios. Fue un inglés, Arthur Evans, quien, en los albores del pasado siglo XX, descubrió al mundo la existencia de esta civilización al poner en marcha, durante una mañana de Marzo del año 1900, la monumental excavación del más importante de los palacios de Creta: el de Cnoso.
Este es el centro del viaje que propongo al lector, pues el palacio de Cnoso es el lugar en el que los mitos griegos posteriores habrían de situar el laberinto, la prisión del Minotauro, la sede del reino del legendario rey Minos, cuyo nombre ha servido para llamar minoica a esta civilización que floreció entre los años 2000 y 1450 a. C. Entre los restos enterrados de aquel edificio imponente, Evans encontró una notable cantidad de tablillas de arcilla con rasgos de tres tipos diferentes de escritura. El desciframiento de una de ellas (la que él mismo llamó lineal B) cambió la historia de Grecia para siempre.



Mas si las tablillas hicieron que nuestras ideas sobre el comienzo de la historia de Grecia tuvieran que ser revisadas radicalmente, otros hallazgos sacados de las entrañas del palacio de Cnoso suponen, en mi opinión, un descubrimiento más valioso todavía: la demostración palpable de que la paz no es una utopía, ni pertenece al difuso mundo de los sueños. La paz es real o, mejor dicho, fue real en la civilización micénica.

De las entrañas del palacio ha visto la luz también una importante cantidad de vasos de cerámica decorados con escenas en las que la guerra nunca aparece, ni las armas, ni rastro alguno de práctica violenta. En su lugar, abundan adornos de tipo geométrico, o dibujos de plantas o de escenas marinas (incluso submarinas) que transmiten la serenidad, la calma que caracteriza la contemplación de los paisajes sumergidos.

Tampoco han aparecido estatuas de guerreros, sino unas pequeñas figurillas de mujer con los pechos desnudos, que han acabado por convertirse en símbolo de la civilización minoica, en una de sus más definitivas características. Estas estatuillas representan a una mujer con dos serpientes en la mano, con un felino sobre la cabeza o rodeada de animales. La ciencia la ha bautizado con el sonoro título de Pótnia therón: “la señora de las fieras”.
Hay algo, empero, que todavía me parece más importante. No es un hallazgo, con cuya presencia justificar cualquier hipótesis de trabajo. Es una ausencia, una inquietante ausencia que caracteriza no sólo al palacio de Cnoso sino a todos los recintos minoicos de Creta. Ciertamente, por donde quiera que el viajero vaya, sea cual sea el lugar de la isla que visite, cerca del mar (Cnoso, Zacro o Hagia Tríada) o en el interior (Festo), no encontrará ni rastro de algo que, sin embargo, caracteriza a la mayor parte de los asentamientos humanos de épocas posteriores. Me refiero a las murallas.
Los palacios minoicos de la isla de Creta no estuvieron amurallados ni conservan el más mínimo rastro de fortificaciones. Quienes habitaron esta isla en la época minoica no sintieron la necesidad de defenderse de ninguna clase de ataque, ni se sintieron amenazados por ninguna clase de enemigos. Pues ¿qué otra cosa puede significar la ausencia de murallas?


Desde muy antiguo se ha tratado de explicar este hecho, aparentemente inasumible por quienes, después de la caída de los centros minoicos, hicieron (y siguen haciendo) de la guerra el centro de toda su actividad. El gran historiador ateniense, Tucídides , propuso una explicación, que ha hecho fortuna hasta nuestros días, basada en la hipótesis de que el rey Minos poseía una potente flota de guerra, una auténtica talasocracia, que hacía completamente inútil la construcción de murallas defensivas: Creta estaba fortificada por el mar y por una flota de guerra sin rival.

A mi juicio quienes, siguiendo a Tucídides, han considerado que las verdaderas murallas de Creta eran el mar y su flota, se equivocan por completo. Grecia es un país de islas, en las que el mar actúa como una verdadera carretera. No sin razón los griegos posteriores llamaron al mar con el sonoro nombre de póntos, “el puente”. ¿Cómo podría suponer el mar, concebido como un puente que une tierras y no como un abismo que las separa, un verdadero obstáculo? La historia lo ha demostrado muy claramente.

La civilización minoica (que no sólo se centra en la isla de Creta) muestra, a quien se acerca a ella sin los prejuicios del presente, que el desarrollo, el bienestar, el refinamiento, la evolución, en suma, de las sociedades humanas, es posible en paz. Mas quienes estamos acostumbrados a vivir permanentemente rodeados de violencia, quienes no tenemos la más mínima experiencia en administrar la paz, pues nunca hemos vivido sin la amenaza permanente de los ejércitos, hemos acabado por aceptar que la guerra forma parte constitutiva de nuestra naturaleza.
Sobre la tierra de Creta sigue vivo el testimonio real de nuestro error y, a la vez, de nuestra esperanza.

ARTE E HISTORIA. GRECIA. GRANDES CIVILIZACIONES
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GRECIA Y EL MUNDO CLÁSICO (27)

http://ramon-rsarlef.blogspot.com.es/2014/11/2126-grecia-y-el-mundo-clasico-27.html    (2.126)   (24/11/2.014)

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